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La solitud lejos de ser un refugio terapéutico o una práctica para personas introvertidas, es un lugar de encuentro profundo con Dios. Como lo vivieron Jesús, Juan el Bautista y los profetas, la solitud es una práctica radical que nos ayuda a alejarnos del ruido del mundo y acercarnos a la voz de Dios.
Se diferencia de la soledad porque esta puede ser voluntaria o involuntaria, mientras que la solitud es una decisión de apartarse y estar a solas para buscar la presencia de Dios.
Jesús mismo frecuentaba “lugares solitarios” para orar, según el evangelio de Lucas. En un mundo lleno de notificaciones, distracciones y ruido constante, es posible vivir toda una vida sin estar realmente a solas con Dios. La práctica de la solitud nos confronta con nuestro ser interior, nos muestra la verdad de lo que somos y abre espacio para que Dios nos transforme desde dentro.
La solitud es un camino antiguo, desafiante y profundo. Nos invita a parar, respirar, estar en silencio, y recibir el amor de Dios sin máscaras ni distracciones. Comenzar este camino requiere pequeños pasos, disposición al silencio, y una apertura genuina al Espíritu.
7 Oraciones Guiadas para practicar la Solitud
Durante los próximos 7 días, vas a tomar unos minutos cada jornada para desconectarte del ruido, respirar y reconectar contigo mismo. No se trata de hacer nada complicado, sino de darte un momento de calma, introspección y silencio para conectar con Dios.